sábado, 14 de diciembre de 2013

En el paraíso también venden cervezas Entrega Final.

No se puede escribir en tan pocas palabras lo que se vive en un año, pero ni un diccionario completo me daría lo que necesito para hablar de Costa Rica. Para empezar, “Tiquicia” fue el país que me abrió sus puertas cuando salí por primera vez de mi natal Colombia, naturalmente ese sería un viaje muy especial, eran nuevos retos y nuevas personas y yo incorrectamente creía que estaría sola. Mi sorpresa hoy, a un año de haber abandonado mi adorada Costa Rica es que desde el momento en que pisé ese país no estuve sola ni un solo día, de hecho sigo sin estarlo.

Y es que no es lo mismo hacerte amigo de un colombiano en Colombia que hacerlo en Costa Rica, en donde la naturaleza benévola de todos emerge libre de las desconfianzas y los temores, en donde te nacen las ganas de ser feliz y lo eres, en donde no miras con recelos porque sabes que todos quieren ser verdaderamente humanos. Costa Rica cambia a quien la visita, hace bello todo lo que la toca y es por eso quizá que algunas cosas que en ese país me hacían estremecer de la emoción, vistas desde otros lugares no me parecen nada extraordinarias.

Pero esta vez no quiero enfatizar en lo evidente, queridos lectores tratar de convencerlos de ir a Costa Rica no me tomaría una sola palabra:






Una tarde cualquiera desde mi balcón
Así que voy a encargarme de nombrar las cosas que personalmente me hicieron tan feliz en ese país. En primer lugar no hay persona más feliz, noble y pacífica que un tico. Con un costarricense es prácticamente imposible pelear, y llega uno con su ímpetu, con el espíritu de quien ha escuchado de guerras desde el útero materno y se encuentra con que Costa Rica es el país del “sí”, del “tal vez”, del “voy a hacer todo lo posible”, pero nunca del “no”. Un tico jamás va a maltratar tu esperanza diciendo
que no a nada, dicen que harán todo lo que esté a su alcance y de verdad lo hacen únicamente para no fallarte. Sí, puede ser que den muchos rodeos pero es solo para no entrar en conflictos, si tienen la razón con mucha calma exponen sus argumentos y si no la tienen con humildad agachan la cabeza. Esto, queridos, les ha valido ser el tercer país más seguro de América Latina a pesar de no tener ejército y sobretodo llevar sobre sus frentes el honor de tener entre ellos algo que en mi país estamos muy lejos de conseguir, un nobel de paz.


Chifrijo!
Ni hablar de la comida, vivir en Costa Rica es acostumbrarte a ver crecer la pancita cada día… Un típico desayuno tico es el equivalente a un almuerzo en Colombia… Y con el perdón de mis paisanos no existe un calentao’ más rico que un Gallo Pinto a las 8 de la mañana. Y por supuesto una dieta compuesta por tamales, chicharrones, Gallo Pinto, Chifrijo y muchas birras ya se imaginarán cuantos kilos me habrá costado.
Luna un a noche desde mi balcón

Los paisajes son de no creerse, las flores, los árboles, los ríos, los cielos y las montañas parecen todo una obra cuidadosamente pintada, concebida y esculpida por las manos de Dios.  Bien puedes estar disfrutando del Océano Pacífico y trasladarte a tiempo para ver el esplendor del Caribe antes de que termine el día. Si subes a la cima de un volcán encuentras un mar completamente diferente, un mar de nubes que prácticamente choca con tus pies como las olas en la playa. Y ni hablar de los atardeceres, no sé cuanto más me falte por ver en la vida, pero hasta el día de hoy nada me ha impresionado tanto como aquella tarde en Santa Teresa cuando llegué a creer que el mundo estaba llegando a su fin y empezaría la apocalíptica lluvia de fuego y azufre, era tan hermoso que sentí miedo como dice el poeta "que antes de ser pensado el mismo cielo espanta" . Nunca antes en mi corta vida había visto el sol tan enfurecido por tener que ocultarse, parecía estarse vengando mientras pintaba el cielo de púrpura, naranja y rojo. No podía verse ni un centímetro azul, y sus rayos dorados tiñeron todo esa tarde. Jamás, jamás mis ojos volverán a ver un atardecer como el de ese día. Costa Rica es un país que lo tiene todo, es un país en el que la vida se celebra precisamente viviendo, igual te despiertas un día a volar por los aires y terminas la tarde navegando en un río. Igual sales una mañana a nadar en el mar, a subir a un volcán, a ver la luna hasta de día, o a pasar una noche que pudo ser PERFECTA al lado de un cementerio. 


Costa Rica me educó, tuve la dicha de estudiar en la UCR un semestre que valió por 5 años, me volvió hincha de "La Sele" (Vamos todos los ticossss!!!) , me hizo enamorarme más veces de las necesarias, hizo que volviera a creer que el ser humano es esencialmente bueno aun cuando después de un año he empezado a dudarlo nuevamente. Costa Rica es la esperanza que guardo cuando necesito razones para creer que el mundo todavía se puede salvar. Cada día de mi vida recuerdo los pasos que caminaba de la oficina hacia el tren, recuerdo el olor a caramelo que siempre tenía Pavas a las 5:00  de la tarde, recuerdo mirar por la ventana y ver 
Rafting en el Sarapiquí
el sol ocultándose tras las montañas, y ver la luna cambiando cada noche. Recuerdo lo fácil que era llamar a cualquier hora a un amigo que siempre acudía, las sopitas calientes cuando estaba enferma que con tanto cariño me preparaba un angelito colombiano que me encontré en ese país, recuerdo el dolor abdominal que tenía siempre cada noche después de un día completo de carcajadas, porque verdaderamente queridos, no conozco gente más feliz que los ticos.

Cambio de la luna noche tras noche desde mi balcón
Costa Rica es un país sin ingredientes artificiales, de "maes" pura vida!, de gente "tuanis", es un pedacito de paraíso que Dios quiso dejarnos en la mitad del continente, es un lugar al que siempre voy a querer volver, un país hermoso sin medida alguna del que vivo enamorada. No sé cuanto más me hace falta vivir, cuantos kilómetros me faltan por recorrer y cuantas personas me quedan por conocer. Pero si hay algo de lo que estoy segura es que nunca nada me dará tanto como me dio mi amada Costa Rica. 

La que nunca falta!

Gracias Tiquicia por Juanito y por Angie que tienen las puertas de mi casa y de mi corazón abiertas de par en par eternamente, por mi flaca, por mi gordo, por Giova y por el par de borrachas que tenía por amigas que son los colombianos más "aticados" que conozco, por los encuentros con gente tan grata que en tu tierra se volvió mi familia, por quien me recibió en su casa. Por los ticos que hicieron mi vida alegre y sencilla como esos vecinos locos que tenía o mis 3 incondicionales mosqueteros de la U, por la noche del cementerio... Por cosas más vanas como aprender a disparar, por Fito Paez y Lady Gaga, por el partido imperdible del Atlético Madrid, por lo árboles de colores, por abrirme las puertas, por mi tatuaje de "pura vida"... En fin, Costa Rica gracias por ser la casa a la que siempre desearé regresar, como lo dije al partir hace un año 4,652,459 de gracias... Aunque creo que ya deben ser un poco más.


...Ha pasado ya un año desde que desperté de ese sueño y lo lamento porque me habría gustado seguir soñando...


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